CMDPDH

La lucha por ser dueñas de su cuerpo

ONG
Parteras en Guerrero
Isabel Vicario Natividad, partera indígena na´savi (a la izquierda) revisa a una jóven embarazada en la Casa de la Mujer Indígena Nellys Palomo Sánchez, una organización local indígena independiente en San Luis Acatlán, Guerrero, el 10 de septiembre de 2014. La pobreza extrema y la carencia de servicios públicos en Guerrero, al sur de México, particularmente en las regiones indígenas, son causa de numerosas muertes. La morbilidad materna en Guerrero es de más de 91 muertes por cada 100 mil nacimientos, mientras que la medida media nacional es de 43.

SAN LUIS ACATLÁN, GUERRERO.— Ella posa sus manos sobre ese vientre voluptuoso y lo toca apenas. Palpa esa redondez y le traza una cruz que lo divide en cuatro, mientras murmura estas palabras: “Protégelos. Dales fuerza para su camino, que lleguen bien en su parto. Niño dame permiso de revisarte que todo esté bien».

Ella, Hermelinda Roque García, reza y posa sus manos como mariposas sobre el vientre de Sonia que espera a su segundo hijo. Sonia, acostada en una cama de la Casa de la Mujer Indígena Neli Palomo Sánchez, en San Luis Acatlán, en la costa chica de Guerrero, mira al techo y se deja tocar. Sus puños se aprietan a los lados. Este segundo embarazo inició con una amenaza de aborto y esta mañana de agosto, un dolor agudo en el abdomen la trajo aquí.

-> Domingo La lucha por ser dueñas de su cuerpo | Por Daniela Rea / Fotos: Prometeo Lucero

(Este trabajo se realizó con el apoyo de la Red de Periodistas de a Pie, en colaboración con la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derecho Humanos A.C. (CMDPDH), como parte del proyecto de protección de los defensores de derechos humanos financiado por la Comisión Europea. El contenido no refleja la posición de la UE.)

Cuidar a las que cuidan

ONG
Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad
Oficina de Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad (Prometeo Lucero)

OAXACA, Oax. (proceso.com.mx) .- La curandera sentía que el cuerpo de la mujer a la que hacía masaje se le escapaba de entre las manos, no la dejaba trabajar y la alejaba, como si alguien más la jaloneara por la espalda. Una resistencia impedía la alquimia de la curación: las fragancias florales, el golpeteo con las ramas y el pase del huevo que absorbe las malas vibras no eran suficientes y aunque oraba sentía que un espiral sin fondo la absorbía.

Triste y frustrada, la curandera Lourdes Rendón supo que no podía hacer más y mandó a la paciente con un chamán más experimentado; éste después le explicó que la desconocida a la que no pudo relajar se dedicaba a buscar restos de mujeres desaparecidas, hacía tiempo había perdido los límites, se había quedado sin energía propia.

Tras semanas de silencio autorreflexivo, terapias, rezos, masajes, limpias, yerbas, expresión, compañía y abrazos, la mujer desconocida que buscaba fosas recuperó su poder y pudo regresarse de donde vino.

Ese fue uno de los casos más difíciles de Lourdes como terapeuta y médica tradicional. No el único. Desde que ella y su hermana comenzaron a atender a defensoras de derechos humanos de Oaxaca, todo México y Mesoamérica, enviadas por la organización feminista Consorcio, el grado de dificultad de su trabajo aumentó, también sus retos profesionales.

 

-> Proceso | Cuidar a las que cuidan | Escrito por Marcela Turati