Michoacán

Las vidas que cambió el aguacate

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Hace 20 años, San Andrés Coru era un pueblo donde no había ni una casa de cemento o ladrillo de las 327 que señalaba el censo. Todas eran hechas de madera, a veces hasta de palos que la gente se encontraba. La más lujosa podía tener lámina de cartón o tablas nuevas. De los caminos, el mejor estaba empedrado… a medias. Eso fue antes de que todo el mundo quisiera comer aguacates.

San Andrés Corú creció de ser un paso de aristeos apenas comunicado por la vía ferroviaria a un pueblo cuya economía se basa principalmente en el aguacate, Michoacán. (FOTO: Prometeo Lucero / EXPANSION )

“Yo recuerdo que, de niño, debía caminar hasta un kilómetro para ir por unas Sabritas”, dice Adolfo Reyes Solorio, un aguacatero de tercera generación de apenas 29 años.

San Andrés Coru es uno de los mejores ejemplos de la derrama económica que deja el fruto apodado ‘oro verde’. De sus 2,223 habitantes, 500 son productores.

No hay opulencia, de hecho, para quienes vienen de fuera el impacto puede ser imperceptible si no saben de la pobreza que existía antes.

Pero hoy, de las 587 casas de San Andrés Coru no queda ninguna de madera. La electricidad, el agua potable y el drenaje llega a casi toda la población. Hay una plaza nueva, la mayoría de las calles están pavimentadas, y abundan los talleres mecánicos, no sólo para dar servicio a los camiones de carga que transportan la fruta, sino porque todas las familias tienen vehículo propio.

Aunque el desarrollo no está completo, San Andrés Coru ha sabido aprovechar la ventaja de pertenecer a Michoacán, al ser parte de uno de sus municipios: Ziracuaretiro.

-> Texto: David Santa Cruz | Publicado en expansion.mx el 12 de diciembre de 2017 y originalmente en la versión impresa del 1 de septiembre de 2017.

Masacre de Apatzingán: Los desplazados de Castillo

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Masacre de Apatzingan
Masacre de Apatzingan

Esta es la tercera entrega de la reportera Laura Castellanos sobre la masacre de Apatzingán, donde se difunde cómo en la persecución contra las víctimas han participado policías estatales y municipales. Las tres entregas de la periodista registran que en los hechos del seis de enero hay una cadena de responsabilidades a todos los niveles para encubrir un cúmulo de hechos impunes que apuntan a un crimen de lesa humanidad

-> Publicado en Aristegui Noticias el 17 de agosto de 2015

Apatzingán: También fueron los militares

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Sobrevivientes de Apatzingán
Sobrevivientes de la masacre de Apatzingán

APATZINGÁN, MICHOACÁN..- A las 2:30 am del 6 de enero, Día de Reyes, un convoy de la Policía Federal irrumpió por un costado del Palacio Municipal de Apatzingán. Momentos después, un destacamento militar lo secundó por el costado contrario. Ambos sumaban más de 100 fuerzas federales. En una operación de pinza, soldados y policías dispararon al plantón que una centena de elementos de la Fuerza Rural y simpatizantes, armados con palos, mantenían en los portales del Palacio.

Seis de los manifestantes portaban pistolas registradas pero se sujetaron a la orden de no disparar en caso de ataque, dada por su líder Nicolás Sierra, “El Gordo Coruco”. Algunos pidieron auxilio por su radio de comunicación y arribó una camioneta con guardias civiles provistos de palos.

Eugenio Argueta Flores era uno de los pasajeros. Él declaró ante la Procuraduría General de la República (PGR), integrada en la Causa Penal 3/2015-I en poder de la reportera, que: “al momento de identificarnos como autodefensas, la Policía Federal y la Militar nos dispararon con sus armas de cargo, nosotros caímos de nuestro vehículo y al momento de que nos dieron la orden de pararnos. me percaté de que un compañero de los que iba conmigo ya estaba muerto por causa de los disparos de la policía federal y de la militar”.


Segunda parte de investigación por Laura Castellanos (@lcastellanosmx)- Publicado en Aristegui Noticias. / Fotogalería

Fuego Nuevo

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P’urépecha indigenous peoples celebrate the Fuego Nuevo (New Fire) in Nahuatzen, located in the mountain forests of Michoacan. Since April 2012, P’urépecha communities such as Nurio, Cherán, and Urapicho have organized communal guards to protect their communities against attacks from loggers and organized crime. These communities claim a right to autonomy and self-organization, rejecting the forms of authority imposed upon them by government programs / Comunidades p’urépecha celebran el Fuego Nuevo en Nahuatzen, localizado en los bosques montañosos de Michoacán. Desde abril de 2012, comunidades como Nurio, Cherán y Urapicho han organizado guardias comunitarias para protegerse de ataques de talamontes y el crimen organizado. Claman el derecho a la autonomía y auto organización, rechazando las formas impuestas por los programas gubernamentales. (Prometeo Lucero)