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Bitácora

Para no perderse…

Ocio y ociosidad son palabras parecidas, pero con sentidos contrarios. Digamos en una metáfora que un pan hecho en horno, de panadería, nos puede satisfacer el hambre por su consistencia, un sabor que difícilmente será igual dos veces. Su consistencia artesanal nos dejará algo. Un pan industrial puede llenar nuestra panza, pero no nos nutrirnos. Olvidaremos un sabor ya reconocido.

Lo mismo sucede con el ocio: un momento de tiempo libre puede volverse algo rico en experiencia, una oportunidad para pensar, imaginar, sentir, ocupando activamente nuestro tiempo. En la ociosidad podríamos hacer cualquier cosa para llenar pasivamente este tiempo vacío.

En concreto: Está usted en el centro histórico de la Ciudad de México cuando de pronto una brisna se torna en un aguacero y el hormiguero citadino entra en pánico: correr a cualquier dirección.

Mejor que refugiarse en cualquier lugar, camine hacia Guatemala bordeando las ruinas del Templo Mayor. Si, el que está al lado de la Catedral Metropolitana. Justo en la esquina, en el número 34, encontrará el Museo Archivo de la Fotografía, con la exposición La Castañeda, imágenes de la locura.

Rostros humillados en el manicomio construido en 1910 durante el porfiriato, en recuperación, el estremecimiento que causaba la prensa y el rojo tono al relatar sus historias de primera mano haciéndose pasar por internos. Un lenguaje social que no caduca: «dementes, tranquilos, peligrosos, anormales». La experimentación de la ciencia para la recuperación… los gritos sordos pidiendo auxilio hacia ningún lado. Olvido, abandono, pero también testimonios de anónimos que buscaban recuperar la dignidad, lo único que les quedaba.

No se quede solo con las imagenes del primer piso. Acérquese a leer los historiales clínicos escritos, las cartas, los dibujos. (Con serenidad, no ha dejado de llover). Situese en la bañera e imagine ser usted quien está ahi, por un minuto. Compruebe que conceptos en salud mental, adicción a sustancias, sexualidad, hoy, en pleno 2010, no ha evolucionado demasiado.

La lluvia no se ha ido. Bueno, aún si se amainó, aproveche y por la misma calle se encuentra el Centro Cultural España, donde se exhiben Laberinto de Miradas. Aunque las imagenes puede verse desde la web oficial, nada como detenerse a ver los impresos, escuchar los audiovisuales, leer los contextos, separados, en tres etapas: Identidades y fronteras; Fricciones y conflictos y Colectivos fotográficos.

Y de pilón, échele un ojo a otra exposición, ésta en las vallas de Guatemala, (no se ha ido de la calle aún) Implementación de nuevos métodos de documentación y registro fotogramétrico digital para la protección y puesta en valor del patrimonio monumental mexicano. Con éste largo nombre puede, si tiene algo de tiempo de ocio (que no ociosidad), jugar a adivinar desde dónde fue tomada cada imagen.

Para no perderse. Nota: la forma en que haga el recorrido no afecta que usted mismo se dé cuenta que valió la pena una tarde lluviosa.

Luego, siga su camino.