Atenco, de cómo el gobierno preparó la pista de aterrizaje
San Salvador Atenco, Estado de México. En lo alto del cerro Tepetzingo, donde se encuentran algunos antiguos grabados de origen prehispánico, el viento refresca el clima. Desde la altura, donde abundan nopales, flores y plantas silvestres, se divisan varios horizontes hacia donde se quiera mirar: la ciudad de México, Texcoco, Ecatepec, Coacalco, los cerros de Iztapalapa y con el ambiente limpio, hasta los edificios de Santa Fe. El sonido cotidiano del campo y el viento se corta a momentos por el paso de los aviones provenientes de las actuales terminales aéreas.
Martha Pérez Pineda, ejidataria e integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), recapitula las maniobras del gobierno en la etapa posterior a la excarcelación de los activistas presos desde mayo de 2006 hasta 2010.
Luego de la represión de 2006, los muertos y encarcelados, la “estrategia de terror” rindió sus frutos. Las fuerzas del movimiento social campesino se concentraron en la liberación de los presos, pero ese proceso llevó cuatro años. Y desgaste.
Ese periodo, con los rostros más visibles del movimiento desmovilizados por estar en prisión o con órdenes de aprehensión, permitió que el aeropuerto siguiera aplanando un piso dónde aterrizar. Incluso, el mural emblemático de Zapata en la cabecera municipal fue borrado.
“En 2009 el gobierno entró a las comunidades a través de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), promoviendo asambleas clandestinas en Ixtapan y Nexquipayac, donde empiezan a ofrecer dinero con el argumento de que el aeropuerto se iba a hacer pero que en este caso las tierras sólo se iban a usar para un proyecto ecológico”. Sutil o directamente, les hacían ver que los ejidatarios presos no saldrían nunca de prisión. De hecho, tan solo Ignacio del Valle fue condenado a cumplir más de 100 años en el Penal Federal del Altiplano.
Mediante esta intimidación fueron quebrando los lazos. Y, además, algunos campesinos, por su propia necesidad económica, vendieron sus terrenos. De allí, fueron avanzando hacia los bastiones más fuertes del movimiento: la comunidad de Atenco y Acuexcomac.
Allí los funcionarios se encuentran con resistencia pero éstos aún no lograban la libertad de los presos. Casa por casa, los funcionarios promovían la venta de tierras, argumentando “es inútil que sigan luchando”. Incluso, recuerda Martha, el precio de la tierra incrementó.
Con la llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia el proyecto revivió. Pero con mayor discreción, y en lugar de hacer otro decreto expropiatorio (como el perdido por Vicente Fox en 2002), trabajaron en lo local, aprobando el cambio de uso de suelo y el dominio pleno. Para ello echaron mano del comisariado ejidal, Luis Quiroga, quien convocó a una asamblea el 1 de junio de 2014.
A la asamblea asistieron militantes priístas y familiares de ejidatarios que no radican en Atenco, en apoyo a quienes aprobaron las decisiones sin permitir debate y con voto a mano alzada, sin recuento de votos.
El cambio de uso de suelo permitiría romper con el vínculo ejidal y abrir el paso a la compraventa de dos mil hectáreas de territorio y cambiaría a un régimen de propiedad privada. Sin embargo, el Frente de Pueblos logró detenerlo mediante una impugnación al Tribunal Unitario Agrario de Texcoco (Distrito 23) con el folio TUA 400/2014. Eso ha dado un respiro al movimiento, cuando ya algunos ejidatarios han cedido a la presión o perdido el vínculo con su tierra.
En las calles de la cabecera hay jolgorio. Es la fiesta del Santo Patrono en San Salvador Atenco. Comparsas, con música y trajes típicos pasean en las calles. Van de una casa a otra, visitando la mayordomía. Entre murales gubernamentales y los de la resistencia, las consignas dirigidas a la población promueven, por un lado, la venta de la tierra y del otro, la defensa de ésta.
Lo cierto es que la compraventa de terrenos ha avanzado. En las calles circundantes al centro de la cabecera, varias casas crecen de altura o abren accesorias para negocio. Albañiles van y vienen cargando bultos de cemento, tabiques. Elabora mezcla de cemento, colocan trabes y polines. Hay movimiento de construcción en varias viviendas a la redonda. David Pájaro estima entre 120 y 150 los ejidatarios que han vendido sus tierras, aunque admite que podría ‘quedarse corto’.
En las inmediaciones del deportivo, otro lugar público en disputa, la maquinaria abre y aplana caminos, de la periferia hacia la ubicación de lo que está planeado será el nuevo aeropuerto.
Publicado en Desinformemonos, 20 de agosto de 2015, financiada con recursos de la RLS con fondos del BMZ