Dedicado a los que se atreven a defender a la Madre Tierra, quien nos da la libertad para nuestros hijos.
Las mantas hablan y lloran. Gritan, viajan con el dolor del ser que se aleja de los que más quiere. De su Tierra, de su cultura, de los hijos y de su amada.
Las mantas hablan y gritan de la persecución, de la impotencia de no poderse defender en una sociedad desigual, de incomprensión y desamor.
Lloran de nostalgia porque sus bosques y sus caminos ya no serán los mismos que lo llevarán hacia sus sembradíos, para abonar la tierra que alimentará a su familia.
Ahora la lluvia no tendrá el mismo significado en una cultura extraña. Continue reading …
Parece irse rezagando en los medios, pero éste hecho dejó un precedente en contra de los defensores de derechos humanos y periodistas preocupados por este rubro. En la Ciudad de México se conjuntaron voces de indignación por la emboscada en La Sabana, San Juan Copala, sierra triqui de Oaxaca, contra una caravana de observadores de derechos humanos y periodistas. No obstante, hubo que sortear, primero a la Policía Federal y después a granaderos del DF quienes replegaron a golpe de escudo, a familiares de las personas desaparecidas y colegas de trabajo de los reporteros.
El ataque, realizado el 27 de abril por el bando paramilitar de la región triqui, saldó dos muertos, los defensores Beatriz Alberta Cariño Trujillo y Jyry Jaakkola, de origen finlandés, así varios heridos y desaparecidos cuya vida corría peligro. La incertidumbre sobre el estado de salud de los integrantes de la caravana creció hasta el momento que se confirmó, seguían con vida, pero en condiciones críticas.
La misión del grupo, por cierto, quería entregar víveres en Copala, uno de los pueblos cercados por el bando paramilitar Ubisort, creado desde y para el priísmo, sorteando los añejos y confusos conflictos entre tres bandos en los que, por añadidura, las mujeres son quienes pagan las consecuencias.
Muestras de indignación gritaron y lo continúan haciendo en Veracruz, Ciudad de Oaxaca, países latinoamericanos, España, Euskal Herria, Alemania, Bélgica, Argentina, Italia y en otros rincones del mundo preocupados por la violencia en este pedazo del país. Donde hay indignación.
El pasado 24 de abril se publicó el número 156 del suplemento Ojarasca.
En éste número destaca, muy a propósito del federal y muy chafa slogan «Vivir mejor», el pensamiento de Ricardo Robles. Aquí un extracto:
(…) vivir mejor es una comparación con lo que viven otros, que si todos queremos vivir mejor entramos en competencia y lucha ante los demás, que eso nos lleva al absurdo, a lo imposible, a la frustración, a la infelicidad y al sinsentido. Vivir mejor, puede ser también comparación con un pasado en el que supuestamente se vivía a medias o mal. Esa postura nos lleva a querer vivir con más y más satisfactores, y de ahí a la explotación irracional de la naturaleza, al exterminio de la vida. En cambio, vivir bien nos incluye a todos por igual, es una concepción comunitaria del bienestar, comprendemos desde ahí que sólo conviviendo tiene sentido la vida y que tal convivencia incluye no sólo a los humanos sino también a la naturaleza, y al fin de cuentas, al universo todo (…)
Los reportes de la acción popular esta vez voltean la mirada hacia el Congreso Nacional Indígena en Durango; Chile, Ecuador y Bolivia, más al sur. Y como cada número desde hace 20 años, poesía.
No puedo sino sentirme honrado de hacer una pequeña presencia entre estas páginas con algunas fotografías.
Crecer en medio de la marginación, incursiones militares y saqueo. Pobreza, muerte y represión. Padres en prisión, asaltos en camino.Cacicazgos y paramilitares. Violación sexual, prisión, esperanza en los partidos políticos. Conflictos agrarios y desprecio racial en la cabecera municipal, donde nacer mestizo es una categoría superior a ser indígena.
Así han vivido las comunidades me´phaa y na´savi en Ayutla (también conocidos como tlapanecos y mixtecos). Municipio de la Costa Chica guerrerense donde todo hay, menos libres. Y los que aspiran a serlo, son perseguidos. Y donde las huellas emocionales desde la masacre de El Charco, hasta la persecución, amenazas, desaparición, encarcelamiento y asesinato de defensores de derechos humanos son la vivencia, certera, de cada día.
Donde, como cuentan las historias del cielo y el infierno, para quien es indígena y defensor de derechos humanos «no hay cafés ni desayunos en los hoteles de Reforma para discutir la situación del país: no hay cobertura mediática nacional para las conferencias de prensa. Tampoco hay generosos donativos por parte de organismos para financiar viajes y cabildeo internacional».