Post navigation

Bitácora

Narrar la violencia en el sur [1]

Más allá del registro fotográfico común, relatar testimonios de violencia de las víctimas del crimen organizado y del Estado durante la Caravana al Sur era una tarea indispensable. No bastaba la toma general, el «aspecto» y las «caritas».

Después de una apresurada salida con retraso de la Ciudad de México, una breve parada en Topilejo y una desangelada parada en Cuernavaca, Morelos, la Caravana al Sur llegó a Iguala, zona Norte de Guerrero. Comencé a grabar audio allí. El problema de hacerlo y escribir, y retratar a la vez es que uno pierde detalles importantes, asi que guardo la grabadora y concentro la mente en tomar apuntes con libreta y pluma en mano. Es mejor así, pues puedo poner más atención.

Para el registro periodístico, era importante tener las palabras del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) y de las personas más visibles en éste. Sin embargo, al paso de los días el propio Javier Sicilia intentaba (casi sin éxito) salir de los reflectores para que los medios voltearan hacia las víctimas y fueran ellos y ellas el foco de la cobertura. Esfuerzo infructuoso. La ironía es que uno termina redactando: “Sicilia dice que el importante no es él” y registrando su repliegue.

Que las personas compartan su experiencia es un acto de valor y coraje, pues están expuestas a represalias. Después de la caravana, el 6 de octubre, Pedro Leyva, representante del MPJD en Santa María Ostula, es asesinado en Xayakalan, estado de Michoacán. Para narrar su historia, varias personas solicitan el anonimato, otras exponen su nombre y motivan a más personas a dar sus testimonios, conociendo los riesgos.

Este relato coloca al poeta Sicila en segundo plano y como referente necesario para priorizar las voces de las personas.

GUERRERO

Una persona cercana a Daniel Bravo Mota, sostiene una retrato enmarcado. Cerca, familiares con playeras blancas llevan una manta con una fotografía de medio cuerpo. El sudor lustra las frentes. Bravo Mota era director del penal de ese municipio y fue encontrado con otros 180 cuerpos en los respiraderos de las minas de Taxco. Una fosa clandestina. Dos hijos suyos quedaron huérfanos.

En medio de la explanada la persona se abre: «Es una tristeza por las nuevas generaciones, por nuestros hijos. Necesitamos tener confianza, esa tranquilidad que nos han venido a arrebatar».

En la explanada de Iguala, niños dibujan en hojas de papel carteles contra la violencia. Llama la atención el dibujo con crayones de una casa en llamas y trazos de personas armadas. Una mujer reza «por las madres de esas personas que se dedican a arrebatarnos la vida porque una madre también sufre teniendo un hijo delincuente”.

Adriana Espinosa, madre de Adriana Eugenia Morlett Espinosa, sostiene un cartel de vinyl con la fotografía de su hija, desparecida el 6 de septiembre de 2010. «Nos estamos uniendo a esta caravana porque vemos tanto dolor, aquí nosotros también venimos a reflejar ese ‘basta’, ese ‘ni una más’. Mi hija vivió muchos años en Guerrero, mi familia es de Guerrero. De aquí son nuestras raíces y queremos que nuestra hija esté en este hogar”. De Adriana Morlett aún no hay información contundente sobre su paradero.

José Villegas Rubio, indígena nahua de Huamuxtitlán, en la región de La Montaña, habla en el templete en Chilpancingo. Su hermano Bonfilio fue baleado por militares en un retén y su caso ha sido emblemático para juzgar los crímenes militares en el fuero civil. «A mi hermano lo mató el Ejército en un retén en 2009. No estamos de acuerdo de decir ‘Guerrero está bien’.»

En Acapulco, el convoy de más de 12 autobuses y varios vehículos particulares cambia su rumbo: se rumora que ha habido una ejecución cerca de donde iniciará la marcha. Los policías estatales, armados con rifles de alto poder y protegidos con equipos tácticos y el rostro cubierto se muestran tensos. En los últimos días los maestros de las escuelas públicas han sido extorsionados y deben pagar a las organizaciones criminales por derecho de piso.

Miguel Ángel Morales Barrientos fue asesinado en mayo en la colonia Palomares, relata un familiar. Tenía 19 años y trabajaba en un local de maquinitas (videojuegos). Otro joven con el que murió, recibió cuatro balazos.

Las denuncias acusan tanto a criminales como autoridades. Desde las de menor rango. Un hombre habla sobre la policía de tránsito en Acapulco: «En todas las esquinas donde hay agentes le piden a cada camión o taxi 5 o 10 pesos para que puedan hacer lo que quieran. Paran los taxis, los orillan. El Secretario de Seguridad Pública le dice a los maestros les dice que ya regresen a las aulas, que hay todo está controlado. ¿así lo está? con estos policías que hacen negocio con los taxistas?.

Según un seguimiento de prensa que ha realizado Javier Monroy, del Taller de Desarrollo Comunitario, en este año se reportarían 299 ciudadanos desaparecidos y 1535 asesinados “sin tener participación probada en la delincuencia”. Sumado con la cantidad de presuntos delincuentes caidos, esta cifra sumaría 4000 personas.

María Herrera habla: «Yo espero que las autoridades se conmuevan ante el dolor porque el señor (Zeferino) Torreblanca jamás hizo nada. He estado muchas veces en este lugar acompañando a mis hijos, los pocos que me quedan porque van cuatro que me desaparecen. Si tuviera algo que me indicara que mis hijos fueran delincuentes no estaría aquí, estaría muriéndome de dolor, sí, pero de vergüenza dentro de mi casa. Ya no queremos más desapariciones, ya no queremos más sangre, más destrucción en nuestro México, en nuestra familia, nuestros pueblos».


El concepto del tiempo es muy diferente para activistas y para trabajadores de prensa. Algunos de los primeros pueden darse el tiempo para realizar una limpia, un ritual o simplemente tomar las cosas con relativa calma. Los periodistas, camarógrafos y fotógrafos, a contrarreloj, reciben la presión: son las 6 de la tarde y aún no hay nota, no hay foto, ni siquiera se ha llegado al destino. Eso, por cierto, no cambiará durante los 10 días del recorrido. Es difícil encontrar una conexión para cargar las baterías del equipo: los enchufes están copados por celulares, Blackberrys e iPhones.

Incluso se formula el ‘horario caravana’ como broma seria. Cualquier estimación se calcula con dos horas de retraso como mínimo, es decir, que si se planteaba salir de un lugar a las 6, significa las 8 y si hay parada para comer, se suman otra hora más, cuando menos.

Varios eventos comienzan hasta la noche, cuando no hay luz y los flashazos y lámparas desquician. Son constantes los desencuentros entre la comisión de seguridad y la prensa llegando a breves forcejeos. En cada parada los reporteros locales buscarán de manera incesante a Sicilia para hacer las mismas preguntas: para qué es la caravana, tiene alguna aspiración política, etc…

OAXACA

En Huajuapan, corazón de la región mixteca oaxaqueña, comienza el recorrido de la caravana tras salir de Acapulco y pasar un largo trayecto.

Socorro Vázquez Zamora, de ese municipio donde conviven pueblos mestizos e indígenas y hay una alta tasa de migración hacia Estados Unidos, narró que su hijo, de oficio mecánico, fue desaparecido en Tamaulipas y desde entonces no ha recibido noticias de él. «Me siento inútil, no sé cómo buscar a mi hijo», dice antes de solicitar apoyo para hallarlo.

Omar Esparza, de la organización regional Cactus, menciona los cacicazgos de la región. «Unas cuantas familias controlan la mercancías, los políticos, las autoridades. Los que siguen reprimiendo son los mismos de hace 500 años».

Mas adelante, entrevistado, rechaza que la detención del líder de la organización priísta de la zona triqui Ubisort, Rufino Hernández, represente una disminución en la violencia de la región, ya que fue detenido por otros motivos y recientemente recibió un amparo. Rufino Hernández es señalado como el autor intelectual de la emboscada donde murieran los activistas Beatriz Cariño (integrante de Cactus y esposa de Esparza) y Jiri Antero Jaakola (de origen finlandés) cuando asistían a una caravana humanitaria a la comunidad triqui de San Juan Copala en abril de 2010.

Al terminar el acto en Huajuapan, el nombre de Bety Cariño es ovacionado con fuerza.

En Monte Albán, un grupo de personas provenientes de Pochutla, en su mayoría mujeres, denuncia la desaparición de diez personas quienes estarían comprando vehículos y autopartes en Matamoros, Tamaulipas. Se trata de los hermanos Andrés, Luis y Carlos Bisarraeta Salinas, Memorio Bisarraeta, Fidel Espino Ruiz, Gregorio Hernández Rodríguez, Juan Antonio Feria Hernández, Benito Salinas Robles, Adelaido Espino Carmona e Isauro Rojas Rojas.

En el centro ceremonial, se realiza un ritual en que participan víctimas y el poeta Sicilia. Al terminar, emotivos abrazos anteceden una catarsis y llanto. Los rostros reflejan a la vez dolor y alivio. La madre de Joaquín García Jurado, estudiante de la UNAM de 22 años, asesinado el 7 de agosto de 2010 en la Ciudad de México, cuenta que abrazar a los indígenas le hizo sentirlos como hermanos.

En Juchitán, Alejandro Solalinde preguntó al micrófono: «¿nuestro país está violentado o no?”. Luego vaticina que no ve “cosas muy buenas para el año que entra”, y remarca “la necesidad de luchar por una sociedad verdaderamente igualitaria».

«Ustedes se están encaminando al sur, lleno de riqueza cultural, de pueblos indígenas, pero también de migrantes».

Germán Betanzos, juchiteco, comentó su tristeza al ver fotos de tantas personas que están muertos. «El que deja de luchar empieza a morir. Ante tanta violencia en imagen, palabra y hecho que predomina en todo el país nosotros como juchitecos despertamos con la incertidumbre si vamos a terminar el día, regresar a casa y con el pensamiento ‘a quién le toca’.»

Amanda Puentes González narró la desaparición forzada de su hijo en manos de policías hace dos años en Monterrey. Solo uno de los policías está arraigado y en manos del juez, quien justo ese 13 de septiembre decide si lo consigna o lo deja en libertad. «Extraño que me abrace. Es imitador y comediante. Extraño los malos chistes con los que nos reíamos».

Del Estado de México, toma la palabra Guillermo Nava Mota González, de la Unión Popular Revolucionara Emiliano Zapata. Si hijo murió»por negligencia del señor Peña Nieto». Al denunciar tiendas de narcotráfico recibió amenazas y no recibió la protección solicitada al gobierno, siendo asesinado el 8 de agosto. «Le llamamos crimen doloso. También mataron a mi esposa, dejándola morir de dolor».

En repetidas ocasiones es repetida en la plaza la consigna «Vivos de los llevaron, vivos los queremos».


En Oaxaca se observan desencuentros y boicot entre organizaciones:

Episodio 1: Una visita a los presos de San Agustín Loxicha recluidos en el Penal de Ixcotel, es denegada por la autoridad. Al regreso al mítin, Juan Sosa (dirigente de la Organización de Pueblos Indígenas Zapotecos) acusa al micrófono a los abogados de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (quienes llevan el proceso jurídico desde hace año y medio) de impedir la visita. La madrugada siguiente, la dirigencia sindical se defiende afirmando que los presos decidieron no recibir ninguna visita organizada por Sosa. Ninguna versión convence ante las atónitas miradas de quienes no comprenden nada de lo que sucede. Mientras tanto, la comisión que quiso visitar a los loxicha llegó al penal sin saber que, de antemano, ya todo estaba cancelado, y no solo por la autoridad.

Episodio 2: A la llegada del convoy a Juchitán, después de pasar por Tehuantepec y encontrarse con el padre Arturo Lara Reyes, la carretera es bloqueada por personas lidereadas por Roberto López Rosado. Quiere una entrevista privada con Sicilia. Más adelante, al abrir el paso el padre Solalinde lo encara enérgicamente. Le recalca que esas no son formas de hacer las cosas.

Episodio 3: En el mítin en Juchitán, un orador ocupa el micrófono para desquitar rencillas partidistas y aventar retórica. Y de paso, acusa a López Rosado de mantener “cautivos a los paisanos en un clientelismo vulgar”.


Esta cobertura fue publicada en el canal Nacional de CNN México a través de varias notas.