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Ni uno más

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Estudiantes de diversas escuelas realizaron una marcha con velas y antorchas en solidaridad con José Darío Álvarez, joven baleado por Policías Federales al finalizar la Caminata Contra la Muerte el 31 de octubre pasado en Ciudad Juárez, Chihuahua. «Ni uno más». «Si nos tocan a un@ nos tocan a tod@s». «No estamos todos, faltan los muertos», algunos de los lemas que se reprodujeron por la noche en los pasillos de Ciudad Universitaria.

El alumno de sociología de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez había recibido un disparo por la espalda, en medio de actos de intensa violencia en la ciudad fronteriza y donde la militarización de la seguridad pública no ha hecho sino acrecentar el conteo de muertes. Más de treintamil, según algunos conteos.

También ver:
Video de la agresión

The people united will never be defeated

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Con esta consigna, frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores, migrantes internacionales, en su mayoría filipinos radicados en Estados Unidos y provenientes de otras naciones culminaron una singular marcha con música y lemas en diversos idiomas. La actividad forma parte de la 3 Asamblea Internacional de Migrantes y Refugiados, realizado después del Foro Mundial Alternativo de Pueblos en Movimiento, y se enmarca dentro de expresiones sociales opositoras al Foro Mundial de Migración y Desarrollo, evento oficial organizado por el gobierno de México y la iniciativa privada.

Colaterales

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En menos de una semana ocurrieron tres masacres. La siguiente semana, una más, en la Ciudad de México. En común, casi todas las víctimas eran jóvenes. Para aderezar el panorama, Policías Federales atacaron con armas de fuego una manifestación contra la violencia hiriendo por la espalda a un estudiante. No en balde se habla de juvenicidio.

En las escalinatas del Ángel de la Independencia, diversos grupos colocaron una ofrenda, gritando a coro ‘¡Ya basta!’. Flores, zapatos, juegos, veladoras, pancartas y consignas hicieron un homenaje a los colaterales de la violencia en México la noche del primero de noviembre.

Invisibles

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En la Comisión de Derechos Humanos del DF, se colocó un altar por los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas. La embajada de Honduras aportó retratos de sus connacionales reconocidos tras la masacre, como parte de las Jornadas contra la Violencia y la Impunidad. En la ofrenda, que comenzó como proyecto virtual en el sitio web 72migrantes.com, participaron escritores, periodistas y fotógrafos. Una manera de mantener en la memoria a los invisibles.

72 migrantes
Ver la galería completa por aquí.

La quinceañera

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Tres lustros atrás, entre las comunidades indígenas me´phaa, na´savi y nahuas de la Montaña y Costa Chica de Guerrero nacióº la Policía Comunitaria y junto con ésta, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, organismo de procuración de justicia mediante un proceso de «reeducación» y consiste en que el detenido por un delito repare el daño y se reintegre a la vida comunitaria. En este andar ganaron simpatía y apoyo tanto en comunidades como hacia el exterior, lo mismo que amenazas, hostigamiento político y militar y bajas en sus filas.

La imagen fue capturada antes de iniciar el desfile conmemorativo en San Luis Acatlán, Guerrero, el 15 de octubre de 2010. (Foto: Prometeo Lucero)

 

Reportaje multimedia completo en Desinformémonos, noviembre de 2010

Galería en Visión Urbana 178, Chilapa, Gro.

Ya está bueno el camino

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Las palabras las dice el chofer de la pasajera Tlapa-San Luis Acatlán. Estar buena significa que después de dos meses por fin puede irse bordeando el vehículo e ir sorteando por la orilla la carretera hacia las comunidades, aún si el riesgo de volverse a caer no ha cedido.

Cuando menos cuatro municipios habían quedado incomunicados desde el mes de julio, a consecuencia de los deslaves causados por las lluvias. Para atravesar por la carretera Tlapa-Marquelia, sólo podía hacerse a través de pasajeras, o colectivos: los derrumbes llegaron a colapsar el tránsito. A pie, las mercancías circulaban en el kilómetro de distancia entre uno y otro deslaves, o en el mejor de los casos, con un taxi que ganaría diez pesos por pasar de un lado al otro. Un conductor, una escuela, el albegue estudiantil y una casa quedaron sepultados bajo el lodo. Parece que tragedias como ésta sólo suenan para los medios cuando los muertos son muchos, o presumiblemente muchos.

Y dice la administración estatal en el Quinto Informe de Gobierno:

Invertir en ampliación y mejoramiento de la infraestructura carretera es generar cambios en las condiciones de vida de miles de guerrerenses, que por años han permanecido en la marginación.
La política del Gobierno del Estado en materia de construcción de caminos está sustentada en la rentabilidad social, buscando siempre ampliar el beneficio hacia el mayor número de habitantes que más lo necesitan. (…)

Para la conservación, rehabilitación y mantenimiento de la red pavimentada, se destinaron 595 millones 793 mil pesos; la Federación rehabilitó la Red Primaria Federal y el Estado atendió las carreteras Tlapa-Marquelia, tramo San Luis Acatlán-El Rincón; Taxco-Ixcateopan; Tlacotepec-Filo de Caballos y el Boulevard Lázaro Cárdenas en Ciudad Altamirano.

La realidad que relatan las personas es muy, muy otra.

Ver también:

Del caos a la organización de base

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No todos siguieron el renglón. Las formas de resistencia del Sindicato Mexicano de Electricistas contra el decreto presidencial de extinción de Luz y Fuerza de Centro no fueron homogéneas en todas partes. Hubo comités y grupos cuya atención se centró más en la organización política interna y de base popular que en la espectacularidad de las marchas (cada vez menos) masivas y la lucha legal cuyos esfuerzos no lograron el objetivo de rescatar a la paraestatal.

Uno de ellos, el plantón barricada de Turbogas Lechería, en Tultitlán, Estado de México, fue particularmente una experimentación de colectividad autogestiva, pero también una provocación contra su dirigencia sindical quien los hizo a un lado y quiso persuadirlos de ceñirse al renglón. Aunque hubo otros plantones en las estaciones de Hidalgo y Estado de México, quizá sí el que mayor fuerza logró conjuntar con otros sectores en este municipio de población trabajadora. Tanto que durante la navidad, y sin habérselo propuesto, recibieron de vecinos y otros trabajadores de la periferia industrial víveres y acopio para la cena y duró para continuar las fiestas.

Su historia comenzó con el caos, cuando empleados de Comisión Federal de Electricidad y grúas de servicio particular intentaron llevarse equipo como turbinas y jets reparados, apenas poco después del decreto. Éste equipo, decían, era único en el país, pues podría generar energía suficiente para evacuar el metro, aeropuerto e instalaciones federales durante una contingencia o un gran apagón.

La rápida reacción, tomada por asamblea, les permitió ver desde otra perspectiva el movimiento. Pensaron que las marchas en las calles ya habían cumplido sus expectativas, y las primeras huelgas de hambre estaban solo acompañadas por unos cuantos voluntarios pero el efecto en la sociedad era menor al esperado. También enfrentaron el hecho de ser rechazados para realizar críticas al interior del SME, del cual señalaron, tenía «demasiadas espectativas en la clase política». Querían ver a su dirigencia como «un compañero más».

Bajo el manto de la Vírgen de las Barricadas (símbolo de la resistencia social oaxaqueña en el 2006), los plantonistas comenzaron a organizar roles y guardias desde el 7 de noviembre de 2009, hasta la noche del 7 de enero de 2010, cuando las fuerzas policiales desmantelaron con un trascabo y patrullas el plantón, deteniendo a David Rodríguez Martínez y Enrique Mejía García. Acusados de sabotaje, fueron liberados poco después de pasar por el penal de Barrientos y de una intensa movilización que fue promovida más por colectivos solidarios que por el propio sindicato.


Ver también:
Video realizado por Notilibertas

Estampa Bicentenaria

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Ataviado con motivos del Bicentenario, «Oscar» trabaja como malabarista en las calles de la Ciudad de México durante varias horas al día. Su vestimenta es una extraña combinación entre el punk anarquista sin fronteras ni banderas y la estética del septiembre mexicano. En su andar cotidiano por los cruceros, debe sortear a las patrullas que lo increparán por su vestimenta y su trabajo.

Admira a los malabaristas chinos por su habilidad en el asunto. Y explica: «lo importante no es qué tan arriba las lances -señala un semáforo- sino que no se te caigan». Así, con hábiles movimientos hace acrobacias en un muy corto espacio, apenas arriba de su cabeza, para ganarse unas monedas. Menos que hace una semana, cuando se decretó una nueva alza al precio de la gasolina. «Me voy a tener que quedar otro rato».

Fachada sin fondo

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En este peculiar país alguna vez el gasto público tuvo que recortarse (más) para evitar que algunos multimillonarios se fueran a la quiebra. Hoy, con otro nombre, el Fobaproa sigue operando y con eufemismos al respecto como ‘intervención estatal’ que ‘permitirá evitar el colapso del sistema financiero’, resultó más caro que el rescate bancario de los Estados Unidos.

Es una paradoja de la economía, como ésta fachada sin fondo (ni edificio) en el centro histórico de la Ciudad de México, donde se lee al pie de las columnas: construcción, capitalización, banca, ahorro.

Para no perderse…

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Ocio y ociosidad son palabras parecidas, pero con sentidos contrarios. Digamos en una metáfora que un pan hecho en horno, de panadería, nos puede satisfacer el hambre por su consistencia, un sabor que difícilmente será igual dos veces. Su consistencia artesanal nos dejará algo. Un pan industrial puede llenar nuestra panza, pero no nos nutrirnos. Olvidaremos un sabor ya reconocido.

Lo mismo sucede con el ocio: un momento de tiempo libre puede volverse algo rico en experiencia, una oportunidad para pensar, imaginar, sentir, ocupando activamente nuestro tiempo. En la ociosidad podríamos hacer cualquier cosa para llenar pasivamente este tiempo vacío.

En concreto: Está usted en el centro histórico de la Ciudad de México cuando de pronto una brisna se torna en un aguacero y el hormiguero citadino entra en pánico: correr a cualquier dirección.

Mejor que refugiarse en cualquier lugar, camine hacia Guatemala bordeando las ruinas del Templo Mayor. Si, el que está al lado de la Catedral Metropolitana. Justo en la esquina, en el número 34, encontrará el Museo Archivo de la Fotografía, con la exposición La Castañeda, imágenes de la locura.

Rostros humillados en el manicomio construido en 1910 durante el porfiriato, en recuperación, el estremecimiento que causaba la prensa y el rojo tono al relatar sus historias de primera mano haciéndose pasar por internos. Un lenguaje social que no caduca: «dementes, tranquilos, peligrosos, anormales». La experimentación de la ciencia para la recuperación… los gritos sordos pidiendo auxilio hacia ningún lado. Olvido, abandono, pero también testimonios de anónimos que buscaban recuperar la dignidad, lo único que les quedaba.

No se quede solo con las imagenes del primer piso. Acérquese a leer los historiales clínicos escritos, las cartas, los dibujos. (Con serenidad, no ha dejado de llover). Situese en la bañera e imagine ser usted quien está ahi, por un minuto. Compruebe que conceptos en salud mental, adicción a sustancias, sexualidad, hoy, en pleno 2010, no ha evolucionado demasiado.

La lluvia no se ha ido. Bueno, aún si se amainó, aproveche y por la misma calle se encuentra el Centro Cultural España, donde se exhiben Laberinto de Miradas. Aunque las imagenes puede verse desde la web oficial, nada como detenerse a ver los impresos, escuchar los audiovisuales, leer los contextos, separados, en tres etapas: Identidades y fronteras; Fricciones y conflictos y Colectivos fotográficos.

Y de pilón, échele un ojo a otra exposición, ésta en las vallas de Guatemala, (no se ha ido de la calle aún) Implementación de nuevos métodos de documentación y registro fotogramétrico digital para la protección y puesta en valor del patrimonio monumental mexicano. Con éste largo nombre puede, si tiene algo de tiempo de ocio (que no ociosidad), jugar a adivinar desde dónde fue tomada cada imagen.

Para no perderse. Nota: la forma en que haga el recorrido no afecta que usted mismo se dé cuenta que valió la pena una tarde lluviosa.

Luego, siga su camino.