Lo irónico de aquella ocasión, hay que decirlo, es que el quórum reunido contra la reunión del Grupo de Alto Nivel entre México y Estados Unidos sumó menos de una decena de manifestantes. Y una veintena de fotógrafos y reporteros, quienes íbamos de un lugar a otro tras el rumor de concentraciones y protestas, incluso se escuchó hablar de banderas en llamas. Pero ésto quedó sólo en rumores.
Detrás de la Secretaría de Relaciones Exteriores, sólo un enorme cerco de policías, tránsitos, soldados, pe efe pés, y servicios secretos como los que aparecen en las películas, blancos vestidos de negro, grandes y con auricular al oido (o sea, no tan secretos).
En la embajada… ni el tránsito se cerró. Fue, al final, un día frustrante, descafeinado y de resultados muy limitados.
¿Es que al final sólo a esta menos-de-una-decena de personas le preocupó que viniera la cúpula de los «halcones» a leerle la cartilla a la administración de nuestro país? ¿cómo es que la respuesta a semejante evento fue, en el mejor de los casos, una puesta de carteles?
México, DF, 23 de marzo de 2010