En los últimos años la oleada de emigrantes que se origina en Centroamérica ha crecido de manera alarmante, pero ya no son solo motivos económicos los que la impulsan: cientos de menores de edad emprenden el viaje hacia Estados Unidos en busca de asilo para evitar ser reclutados o asesinados por las maras. Pero pocas o nulas veces consiguen su propósito, y al ser deportados por el gobierno de ese país, deben enfrentarse al deseo de venganza de las pandillas. Este medio viajó a la ciudad de San Pedro Sula, en Honduras, para conocer de cerca el destino de estos chicos.
-> De regreso a la casa del diablo. Por Laura Castellanos / Fotos: Prometeo Lucero para Newsweek en Español
SAN PEDRO SULA, HONDURAS.—Juan Martínez (su nombre verdadero se omite por seguridad) se alista para salir de su casa la tarde del domingo. Vive en uno de los barrios más violentos de la ciudad, la segunda más peligrosa del planeta solo después de Caracas, Venezuela, en la que tienen lugar 111 homicidios por cada 100 000 habitantes, según el ranking de la organización mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (CCPSJP). El adolescente, recién deportado de Estados Unidos, luce tenso. Lo acosan las pandillas de las que antes huyó. Es 17 de abril y Martínez asistirá al culto multitudinario del aniversario de El Ministerio de la Cosecha, el templo evangelista más grande del país. De regreso al infierno, busca un milagro para seguir vivo.
Este reportaje es una colaboración entre Newsweek en Español y el Programa de Periodismo de Investigación de la Universidad de California, Berkeley.